La película recomendada de la semana (aunque antes que semanal, esto es algo semestral, pero es solo una expresión) es Martian Child (Un niño fuera de este mundo, en Latinoamérica). La historia cuenta acerca de un escritor que, después de la muerte de su esposa y debido a su deseo de tener una familia, acaba adoptando a un pequeño con ligeros transtornos que piensa que ha venido desde Marte. A medida que pasa el tiempo, ambos aprenden acerca de cada uno y forman un lazo muy difícil de romper. El protagonista hace todos los esfuerzos para convertirse en un padre apto, puesto que la Oficina de Seguridad Social está detrás de los dos, mientras que el niño, con una curiosidad muy particular, aprende de "las costumbres humanas puesto que ya sabe bastante acerca de las costumbres marcianas".
Ambos tienen que ceder un poco, el padre para acoplarse a su niño, y el niño para que no se lo lleven los de Seguridad Social. En la siguiente escena, un punto culminante en la historia, el niño les demuestra que a pesar de parecer distante, no hay nadie mejor que su padre putativo para criarlo.
Al final, como en toda película, ambos acaban viviendo felices junto con una amiga del padre que es el punto romántico de la película.
A pesar de no ser una película como las que usualmente me suelen gustar, esta película deja un mensaje flotando en mi cabeza, que habla acerca de la paternidad. Y muestra que no importan cuales sean las vicisitudes de la vida, siempre se puede salir adelante. Como decía, al niño lo diagnostican con transtornos de personalidad, pero en lo que a mi me concierne, los transtornos nunca han existido; ¡son solo percepciones de la gente que no quiere que seamos nosotros mismos! Inclusive, una de las protagonistas califica al niño como "un alma vieja" puesto que deja ver que ya lo tiene todo resuelto en su visión de la vida.
Es impresionante la manera en la que el padre lucha por su protegido, más aún, es destacable su actitud con el niño, al cual le sigue el juego desde su puesto de padre.
Todo esto me vino a la mente hace un par de días cuando una amiga de mi edad me dijo: "oye, ni sabes, quiero tener un hijo" y mientras hablábamos acerca de todo lo que implica traer una criatura al mundo, yo pensaba lo mismo que el protagonista: Uno puede amar a sus hijos, pero, ¿por qué no amar a un niño que ya está aquí en la Tierra?. Siempre he dudado de mis facultades como padre, inclusive ahora que vivo rodeando de tantos niños, pero esta película me dejó pensando en que tal vez debería preocuparme menos por ser un padre para ellos y preocuparme más en ser un niño como ellos.
Y ya que estamos discutiendo vida adulta y paternidad, les dejo con un último video, que nos deja ver en lo que han acabado nuestras vidas. "Ojalá algo me gustara tanto como a mis hijos les gustan las burbujas"
"I wish I liked anything as much as my kids like bubbles"