Hace algunos días, estaba viendo junto a la Cora esta película, Julie and Julia, que siempre ha sido una de esas que uno se repite cada que la pasan. A diferencia de otras ocasiones, no me provocó ganas de cocinar, sino de volver a escribir, y de cierta manera, reactivar este blog.
Para contextualizar, estoy terminando mi segundo mes de desempleo, pero ya es mi tercer mes de no realizar ninguna actividad, ya que, en mis últimas semanas en el trabajo previo, hice uso de mis vacaciones.
Me di cuenta, entonces, que hace mucho no realizaba este ejercicio de ventilación textual. Y que hay varias cosas que, pasando solo en la casa, uno piensa y sobrepiensa.
En primera instancia, la incomodidad de no encontrar trabajo se choca con la oportunidad de estar tranquilo y aprovechar el tiempo. Creo que he estado sujeto muchísimo tiempo al vivir con ansiedad y al tener que estar siempre haciendo algo, o sintiéndome productivo. Ahora, la calma de estar en la casa provoca otro tipo de ansiedad.
Es que ligado a esto, va la necesidad intrínseca de generar ingresos. Podré romantizar lo que sea el estar en casa, el tener tiempo de leer más, de ponerme al día en series, de escribir. Pero las cuentas se acumulan, y eso también genera mucho estrés.
Entonces, quería llegar a esta reflexión: culpo enteramente al capitalismo salvaje. De que tanta gente esté desesperada, que cada día haya menos trabajo y más migración, de que gente con estudios universitarios y de cuarto nivel no pueda encontrar un trabajo.
Además, uno re considera muchas concepciones en general. Si me han preguntado por mi tatuaje del antebrazo derecho, saben que me lo hice por una cita de Breaking Bad, que dice "un hombre debe proveer, no porque se lo pidan, sino porque es su deber". Y esta incapacidad de proveer hasta para uno mismo, se cruza con el acuerdo social de que el hombre debe proveer en la pareja. Si no lo hace, tranquilamente se presta para el escarnio popular y al abandono de su pareja. Agradezco que no haya sido el caso.
A final de cuentas, no la tengo tan mala. Mirando el vaso medio lleno, como siempre, he tenido el apoyo del círculo cercano de toda la vida. Amigos, familia y mi novia han sido comprensivos y bastante generosos con su soporte. Y nada de esto duele como dolieron los primeros tres meses de este 2024 (que no sé si aparezca en otra entrada de este blog)
Finalmente, todas estas tribulaciones son lo que a Ivan Marin, el comediante colombiano, le acusan en sus programas. Son #DramasDeLaClaseAlta. Que por cierto, les recomiendo sigan sus programas cada lunes en el siguiente canal de YouTube: LOS DE LA CULPA